ÉPOCA VISIGODA

La mayoría de los datos arqueológicos que poseemos del periodo hispanovisigodo en nuestra región provienen de los hallazgos aislados procedentes de las necrópolis ubicadas en su territorio, de las cuales sólo un pequeño número han sido excavadas de forma sistemática. En la Comunidad de Madrid se conocen actualmente las necrópolis de Cacera de las Ranas en Aranjuez, El Jardinillo en Getafe, la Colonia del conde de Vallellano en Madrid capital, la de La Torrecilla de Iván Crispín en Getafe, las que se articulan en torno a la ciudad de Alcalá de Henares y la del Cerro de las Losas en Talamanca del Jarama (Ardanaz Arranz, 1990 y 2000).

 

Resulta interesante la concentración de lugares de asentamiento en torno a Alcalá de Henares, en cuyos alrededores se sitúan varios cementerios. La presencia de éstas debe ponerse en relación con la ciudad de Complutum y la red viaria que la circunda, una de las más importantes en el Bajo Imperio. En este caso, la propia red de caminos parece condicionar la disposición de las áreas cementeriales en dos ramales siguiendo los ejes Alcalá de Henares-Daganzo y Alcalá de Henares-Azuqueca de Henares (Méndez Madariaga y Rascón Marqués, 1989). De la necrópolis de Los Afligidos de Alcalá apenas se conservan datos en la actualidad. Las tumbas se orientan hacia el Este, con la clásica tipología de fosas, cistas y tejas. El uso de la necrópolis parece haberse iniciado en el siglo V, siendo abandonada a finales del VI. En la actualidad está totalmente destruida, ya que la zona fue explotada como gravera (Vázquez de Parga, 1963; Fernández Galiano, 1976). La necrópolis, se encuentra parcialmente sobre la villa romana de El Val y ha sido objeto de campañas sistemáticas de excavación. Es un cementerio hispanovisigodo, que comienza su ocupación en el siglo VI y se mantiene en funcionamiento durante el siglo VII (Méndez Madariaga y Rascón Marqués, 1989).

 

La necrópolis de Equinox, situada también en Alcalá de Henares, fue excavada por procedimiento de urgencia, detectándose más de treinta sepulturas que proporcionaron escasos ajuares, básicamente anillos y broches de cinturón (Méndez Madariaga y Rascón Marqués, 1989). Otra necrópolis, situada en la calle Victoria, en pleno casco urbano de la ciudad, sólo ha proporcionado una única tumba con ajuar consistente en una hebilla de cinturón y tres botones metálicos. La localización de la necrópolis del Campo Laudable en la calle Victoria 1-2 de Alcalá de Henares, permite suponer la existencia de un área cementerial que se articularía en torno a la actual Plaza de los Santos Niños, en el centro del casco urbano de la moderna ciudad, quizás ligada a algún centro de culto de importancia.

 

También en torno a Daganzo se documenta un núcleo importante de yacimientos datado en esta época. En El Depósito (Daganzo de Arriba), necrópolis situada algo al Norte de esta población, se localizaron tres sepulturas (Fernández Galiano, 1976; Méndez Madariaga y Rascón Marqués, 1989). Otra más, conocida como la necrópolis de Daganzo de Arriba, constituye una de las más importantes de la provincia y la que proporcionó ajuares más llamativos. Fue excavada en los años 1929-1930 (Fernández Godín-Pérez de Barradas, 1930). De menor importancia es la denominada genéricamente de Daganzo (Fernández Galiano, 1976; Méndez Madariaga y Rascón Marqués, 1989) y la del Km. 2 de la carretera de Daganzo, de la que tan sólo se han conservado algunos materiales constructivos.

 

Dentro de este panorama general, hay que señalar en último lugar el núcleo de Talamanca del Jarama, con la necrópolis de El Cerro de las Losas, que presenta sepulturas de cistas fechadas en el siglo VII (Alonso Sánchez, 1976). Destacar además algunos fragmentos escultóricos aparecidos en Talamanca que hacen suponer la existencia de un pequeño núcleo habitado en la séptima centuria.

 

Escasos son también los datos de asentamientos de carácter rural. Se conoce el llamado Cancho del Confesionario, yacimiento que cuenta con una serie de viviendas rupestres con pizarras numerales y cerámicas estampilladas, fechado entre los siglos VI y VII y que al parecer estaba destinado a misiones de defensa y vigilancia (Caballero Zoreda, 1980).

 

Como se ha comentado, frente a los abundantes datos proporcionados por las necrópolis, son escasos los restos referidos a los asentamientos de este periodo, y en particular, del más importante de nuestra Comunidad, Complutum, del que no tenemos apenas más que unas vagas referencias literarias, como por otra parte sucede en todo el ámbito peninsular).